lunes, 25 de enero de 2010

Descubra la Oración

La noche antes de su crucifixión, Jesús atravesó la privilegiada senda de la oración, abierta ahora a los suyos gracias a la Cruz: «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido» (Jn 16.24). A través de su ejemplo, Cristo colocó la oración en el centro de la vida cristiana. Cuando oramos tranquilos, todos los demás aspectos de la vida fluyen sin dificultad, mientras la Palabra de Dios nos alimenta. Pero, la oración es un enigma para quienes la consideran algo demasiado místico, y un problema para aquellos que encuentran muy difícil establecer el hábito de orar.

Si bien la práctica de la oración es universal, hay muy pocas personas que parecen entender lo que en realidad es. La idea de invocar al Todopoderoso para que haga algo porque «se lo pido» resulta aterradora. Para la mayoría de las personas, la convicción de que Dios realmente habrá de contestar ese pedido casi no existe. ¿Por qué ora, entonces, la gente? Oran porque «a lo mejor da resultado», porque «mi abuela aseguraba que daba resultado», o, al igual que los que no saben qué contestar en un cuestionario con varias opciones, porque «cualquier cosa es mejor que nada». De modo que la oración se vuelve esa «cualquier cosa» que nos permite hacer algo en lugar de no hacer nada. Es lo que «hay que hacer» cuando uno mismo ya no puede hacer nada: «Ya no hay esperanza, de modo que es mejor que le dé una oportunidad a Dios».
Reconozco que estas actitudes pueden parecerles casi blasfemas a aquellos que creen en el poder de la oración y han comprobado que sus oraciones han sido contestadas vez tras vez. Sin embargo, debemos recordar que estamos expuestos a la influencia del mundo que nos rodea y, como resultado, muchos cristianos ya no ven la oración de manera muy diferente que la descrita arriba. Sabemos que deberíamos creer en la oración, y creer que nuestras oraciones van a ser contestadas, pero la verdad es que no entendemos, para empezar, en qué consiste la oración. ¿Por qué es necesario que un Dios que todo lo sabe -omnisciente- necesita que le diga lo que me hace falta? ¿Por qué un Dios todopoderoso -omn ipotente- necesita mis oraciones a fin de obrar?...¿Qué es la oración, después de todo?...

Estimado lector, permitame ayudarle a descubrir por si mismo y a adoptar libre y voluntariamente los patrones de la oración, así como para poner al descubierto aquellos secretos que ayudan a desarrollar el buen hábito de la oración, estimulando en usted, la capacidad de reflexión que conduce a los creyentes a incorporar las normas prácticas de la vida de oración, y no dictando reglas. El resultado de ello será una oración que le traerá muchas bendiciones espirituales y frutos materiales para su vida.

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