miércoles, 3 de febrero de 2010

Echad Sobre Mi Tu Carga

Si necesitas algún consejo o palabra de aliento, quiero ser de bendición para tu vida. Envíame un email a ramonsuazo@hotmail.com y con gusto te contestare lo más pronto posible.

DE MIS BORRADORES PARA UN SERMON

TITULO: EL AMOR DE DIOS HACIA LA HUMANIDAD.

TEXTO: Evangelio de Juan 3:16.

VERDAD CENTRAL DEL TEXTO: Dios sacrifica a su Hijo unigénito, Jesucristo, en la cruz para dar vida eterna a todos los que creen en Él.

META DEL SERMÓN: Que el oyente comprenda el propósito de Dios al enviar a su Hijo Jesucristo al mundo y lo acepte como su Salvador personal.

OBJETIVO DEL SERMÓN: Evaluar su vida a la luz del mensaje.

CONTEXTO:


INFORMACIÓN GENERAL: Al leer el Evangelio de Mateo, leemos el relato de nuestro Señor visto a través de los ojos de un discípulo devoto. Juan aprendió las enseñanzas de Jesús recostándose en el pecho su Maestro. Juan perteneció al círculo más cercano a Jesús, circulo que incluía a Pedro y a Jacobo, quienes pasaron con el Señor por las circunstancias más íntimas de su Ministerio y oyeron más que los otros discípulos. Por lo tanto, este libro lo abrimos con un sentimiento de anticipación porque en él hallamos el testimonio de los amigos más íntimos del Señor.

Considerando lo anterior, no deja de ser sorprendente ver de qué modo empieza el Evangelio de Juan (Jn1:1): "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios." La clave del Evangelio de Juan se encuentra en el penúltimo capítulo.

Éste breve Evangelio tiene dos finales.

Juan añade una post-data, que llamamos: capítulo 21, y que tiene que ver con ciertas cosas que sucedieron después de la resurrección. Pero Juan había acabado su Evangelio con estas palabras: "Por cierto, Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo [que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios] tengáis vida en su nombre" (20:30-31).

El Evangelio según San Juan tiene un doble propósito.

Primero. Juan se dispone a presentar la evidencia de por qué cualquier hombre y en cualquier lugar puede creer totalmente que Jesús es el Cristo.
Segundo propósito. Mostrar que Jesús es el Hijo de Dios.

Actualmente se concede una gran importancia a las palabras el "Hijo de Dios, como si hubiese una distinción entre Dios y el Hijo de Dios, pero ninguna palabra hebrea lo explicaría jamás de esa manera. Para los hebreos, llamar a alguien el "Hijo de ...” representaba que se esa persona se identificaba o era idéntica a esa persona o cosa.

Por ejemplo, Bernabé fue nombrado como "Hijo de Consolación.

Bernabé significa literalmente “Hijo de consolación”, ése es el significado de su nombre.

¿Por qué?

Porque era un hombre al que le gustaba animar y consolar a sus semejantes.

Para los hebreos, el uso de este término, el Hijo de Dios, quería decir "Éste es Dios”.

Por eso, cuando nuestro Señor Jesucristo usaba ese término acerca de sí mismo se vía desafiado por los escribas y los fariseos incrédulos quienes le preguntaban: "¿Quién eres?, ¿Quién te crees que eres? ¿Por qué te haces igual a Dios?

Jesús es el Hijo de Dios. Jesús es el Cristo. Jesús es el Mesías esperado.

Ese es el tema. La pregunta en labios de los hombres de aquellos tiempos era. “¿Es este al que Esperábamos? ¿Es este el Cristo?

Sabían que había una profunda sensación de expectación a lo largo de todo el Antiguo Testamento, que decía siempre de un modo u otro: "¡Alguien va a venir! ¡El Mesías va a venir!

Al final del libro de Malaquías, vemos que está en el aire la pregunta: "¿Quién es éste que ha de venir?

El los días de Juan, las gentes se sentían conmovidas por la aparición de Juan el Bautista y le preguntaron "¿Eres tú el Cristo? A lo que él les respondió: "No, pero viene tras de mi”

Cuando Jesús comenzó a predicar en Judea y Galilea, había hombres por todas partes preguntando: ¿Es éste al que esperábamos? ¿Es éste el Mesías?.

El Señor Jesús declaró una y otra vez que había venido con las credenciales autorizadas del Mesías. Es lo que quiso decir con las palabras: "De cierto, de cierto os digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante. Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas." (10:1-2). El redil era la nación de Israel. Dijo que había Uno que habría de venir por el camino autorizado, por la puerta y si alguien viene de alguna otra manera es un ladrón y un mentiroso, pero el que entra por la puerta, la entrada autorizada, será reconocido como el Gran Pastor. Y continua diciendo (v.3): "A él le abre el portero y las ovejas oyen su voz..." En este versículo se está refiriendo al Ministerio de Juan el Bautista, que vino como el que habría de abrir la puerta, como el precursor del Mesías.

Por la lectura del párrafo anterior vemos que vino como el que estaba autorizado, el que traía las credenciales.

¿Cuáles eran esas credenciales?

Son las que nos muestra Jesús mismo en la sinagoga de Nazaret.

El Apóstol Lucas nos relata en su Evangelio, capítulo 4, que Jesús se puso en pie en medio de la sinagoga ese día y leyó del libro del profeta Isaías. Deliberadamente leyó: "El Espíritu del Señor Jehová está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres, para proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año agradable del Señor." (Luc. 4:18-19).

Jesús se detuvo a mitad de la frase, cerró el libro y se sentó en medio de todos los presentes que estaban aquel día en la sinagoga.

A continuación dijo: "Hoy las Escrituras se han cumplido ante vosotros”. Es decir: "Yo soy Aquel al que se refieren las Escrituras”

Tomemos esas señales del Mesías y coloquémoslas junto a las siete milagros que Juan escoge del ministerio de nuestro Señor y se darán ustedes cuenta de que escogió esas en particular porque son las señales que demuestran que Jesús es el Cristo, el Mesías.

Permítanme que se las enseñe en el orden en que aparecen en el Evangelio de Juan:
El primer milagro que realizó nuestro Señor fue transformar el agua en vino. (2:1-11) Ese milagro era una parábola. Nuestro Señor estaba llevando a cabo un acto simbólico en las bodas de Cana de Galilea. Tomó algo que pertenecía al ámbito de lo inanimado, como el agua y la transformó en una sustancia viva, en vino. Cogió lo que pertenecía al ámbito de la muerte y lo cambió en lo que es para siempre una expresión de gozo y de vida. De esta manera está declarando, por medio de un símbolo, lo que vino a hacer: a proclamar el año aceptable del Señor. No vino a declarar el día de la venganza, deteniéndose en el pasaje de Isaías. Pero vino con el fin de declarar el día de la gracia, cuando el propósito de Dios sería tomar al hombre con su estado de quebrantamiento, su vacío y su falta de animación para darle la vida, para proclamar el tiempo aceptable del Señor.
El segundo milagro es la curación del hijo del noble. (4:46-54) La figura central de ese relato no es el hijo, que está enfermo y a las puertas de la muerte, sino el noble, que acude al Señor con el corazón destrozado y entristecido por el sufrimiento. En la agonía de su corazón clama a Cristo y le dice: "¿Vendrías y sanarías a mi hijo? El Señor no solo sana al muchacho a distancia, con una palabra, sino que sana el corazón dolorido del padre. Como había dicho: había sido ungido para sanar a los quebrantados de corazón.
La tercera señal es la curación del hombre impotente, junto al estanque de Betesda (5:1-9) Como recordarán, aquel hombre llevaba allí treinta y ocho años. Había estado esclavizado por una enfermedad que le tenía paralizado, de manera que no podía entrar en el estanque. Alguien le había llevado junto a él, con la esperanza de ser sanado, con la esperanza de verse liberado y nuestro Señor le escogió de entre una gran multitud de personas impotentes y le sanó, diciéndole: Levántate, toma tu cama y anda. Pero ¿por qué? Estaba demostrando su habilidad para liberar a los oprimidos. Durante treinta y ocho años aquel hombre había estado atado y él le liberó en un instante.
El tercer milagro es la alimentación de los cinco mil (6:1-14) Este milagro aparece en los cuatro Evangelios. Unido a él se encuentra el (cuarto) milagro sobre el caminar sobre las aguas. ¿Cuál es el significado de estas señales? La verdad es que resulta imposible leer el relato de la alimentación de los cinco mil sin darse cuenta de que es una maravillosa demostración del deseo que tiene el Señor de suplir las más profundas necesidades del corazón humano, del anhelo profundo que siente el hombre de Dios y lo hace usando el pan como símbolo. El mismo había dicho: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mat. 4:4) Y luego demostró la clase de pan al que se refería. "Yo dijo, "soy el pan de vida. (6:35) Tomando el pan, lo partió y con él alimentó a los cinco mil, simbolizando de qué modo tan absoluto puede suplir la necesidad de la vida humana. Luego, enviando a sus discípulos en la tormenta, fue caminando sobre las olas hacia ello en medio de la tempestad. Las olas eran de gran tamaño y la barca estaba a punto de zozobrar, por lo que los discípulos se sentían angustiados a causa del temor. Pero él les tranquiliza diciéndoles: "¡Yo soy; no temáis! (6:20) En el doble milagro de la alimentación de los cinco mil y cuando camina sobre las aguas, hay una representación simbólica de la capacidad que tiene nuestro Señor para satisfacer la necesidad de los corazones humanos y librarlos de su mayor enemigo, que es el temor. Esta es una buena noticia ¿no es así? Esta es una de las señales del Mesías: vino con el propósito de proclamar las buenas nuevas a los pobres. ¿Se le ocurre a ustedes una noticia más importante que decirle a alguien que hay una manera de hallar todo el gozo que anhela el alma, satisfaciéndola y librándola de todo temor en la vida? Eso es proclamar las buenas nuevas a los pobres.
El quinto milagro es la curación del ciego. (9:1-12) Este milagro apenas si necesita de comentario alguno. Nuestro Señor dijo que había venido para "dar la vista a los ciegos. Escogió a un hombre que era ciego de nacimiento, de la misma manera que el hombre está espiritualmente ciego desde el momento en que nace, y le sanó.
El último milagro es la resurrección de Lázaro de entre los muertos (11:1-44), simbolizando la liberación de aquellos que durante toda su vida han vivido sometidos a la esclavitud de Satanás por medio del temor a la muerte. Por lo tanto, estas siete señales demuestran, por encima de toda duda, que Jesús es el Mesías, el Esperado. Pero Juan habla de algo mucho más profundo que eso, dice que él es no solo el Cristo, sino el Hijo de Dios. Cuando le vemos con su poder de liberación, le estamos viendo realmente como el Liberador prometido, como el Mesías.

Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida”. (11:25) Es decir, el poder de la vida. ¿Se dan ustedes cuenta de que el poder de la resurrección es la única clase de poder que funciona cuando falla todo lo demás? Es algo que funciona en medio de la muerte. El poder de la resurrección es la única clase que no necesita de ninguna ayuda exterior, de ningún proceso de aprendizaje. Cuando ya no se puede hacer nada más, aparece y comienza a actuar. Jesús dice "yo soy la resurrección y la vida.

Jesús continúa diciendo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. (14:6) Es decir, la realidad final. Soy la verdadera sustancia detrás de todas las cosas. "Yo soy la vid...separados de mi, nada podéis hacer. (15:5) Yo soy el que produce el fruto, la fuente de fraternidad, de identidad y de comunión. Por ello, nuestro Señor adopta el gran nombre revelador de Dios y, uniéndolo a estos simples símbolos, nos permite entender a Dios.

Juan nos dice: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Puso su tienda entre nosotros, y contemplamos su gloria, gloria como del unigénito del Padre hecho hombre. Este es el fascinante tema de este libro. No hay tema de mayor importancia en todo el universo que el hecho de que cuando nos encontramos ante la presencia de la humanidad de Jesús de repente descubrimos que nos hallamos, por primera vez, ante la presencia de Dios. Así es como es Dios. El que sana, el que ama, el que sirve, el que espera, el que bendice, el que muere y resucita de nuevo, ese es Dios y es lo que revela Juan.
La palabra que nos deja es, por lo tanto, que si creemos que él es el Mesías y que es Dios, tenemos vida en su nombre. El es la clave de la vida. ¿Quién no quiere vivir? ¿No es eso lo que todos deseamos, tanto los jóvenes como los mayores? Lo que estamos realmente buscando es la clave de la vida. Lo que queremos es sentirnos realizados, queremos ver hechas realidad todas las posibilidades y el potencial de nuestro ser que sentimos que se halla en lo más hondo de nuestro ser. Deseamos ver satisfechos esos profundos anhelos, queremos expresarnos a nosotros mismos y deseamos ser aquello para lo cual fuimos diseñados y que se pretendía que fuésemos.
¡Pero escuchemos! Juan dice: "Pero estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Esto nos trae inevitablemente a dos cosas: primero, la adoración. ¿Cómo podemos estar ante la presencia de este misterio divino y no sentir el corazón atraído a la adoración de Dios? Como cantamos con frecuencia:
¿Puede ser que tenga interés en la sangre del Salvador? ¿El que murió por mí, a quien causé dolor? ¿Por mi, a pesar de que la muerte le persiguió? Qué inmenso amor, ¿cómo puede ser que tú, mi Dios, murieses por mi?
Esa es la adoración.
Isaías que vio al Señor elevarse y el templo llenarse del humo de su gloria, se inclinó y clamó diciendo: "¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros... (Isa. 6:5) Entonces un ángel descendió del altar y tomando un carbón tocó sus labios con él y le purificó.
Eso le trajo a la próxima cosa, a la que también nosotros hemos de llegar, si somos conscientes de aquello a lo que se refiere Juan aquí, no solo la adoración, sino el servicio. "Un amor tan asombroso y tan divino dice Isaac Watts, "exige ¿qué exige? "Mi alma, mi vida, mi todo. ¿De qué manera podemos adorar, a menos que escuchemos las palabras del Señor Jesús "Como mi Padre me envió, os envío yo a vosotros decimos con Isaías "Heme aquí, envíame a mí. (Isa. 6:8) ¿Qué podría ser más importante que estar unidos a esta vida, alrededor de la cual se une todo el universo, la imagen del Dios invisible?
Oración
Padre nuestro, te pedimos al inclinarnos ante el Bendito, acerca del cual nos habla este libro, que sean abiertos los ojos de nuestro entendimiento, para que podamos darnos cuenta que aquí tenemos a Aquel que es supremo en medio de los cientos de miles y miles del Apocalipsis que claman diciendo: "Digno es el Cordero de ser alabado, de recibir el honor, la gloria y la bendición. Digno es El que murió y está vivo y vive para siempre. Te damos gracias por esta revelación, y pedimos que nuestros corazones se hagan eco de estas palabras: "Señor, heme aquí; no soy más que un ser humano, nada más que un hombre, una mujer, un niño o una niña, pero heme aquí Señor. Tómame a mi, envíame y úsame. En el nombre de Cristo, amen.


¿CÓMO ESTÁ ESTRUCTURADO EL TEXTO DE JUAN 3:16?

El texto de Juan 3:16 es un “breve discurso” de Jesús mediante el cual explica la propuesta que él mismo presentó en los vv. 14, 15.
Era necesario que él muriera, a fin de dar vida eterna a todos los que creyeran en él.
El v16 comienza un nuevo párrafo en el cual se repite la propuesta de vida (presentada en el v. 15) por la fe en el Hijo de Dios, y los próximos versículos la desarrollan mediante la ampliación del concepto y la descripción de la respuesta dada por los seres humanos al ofrecimiento de Dios.
La propuesta central de este párrafo (Juan 3:16-21) es que como una muestra de su inmenso amor a los seres humanos, Dios entregó a su Hijo unigénito para salvar a todos los que crean en él (v. 16).
Los vv. 17-21 presentan una explicación breve y concisa de lo que esto significa. En este sentido, el v. 17 amplía, a manera de contraste, el propósito de Dios al enviar a su Hijo: no lo envió para condenar, sino para salvar al mundo.


Y los vv. 18-21 hacen una descripción de la conducta humana ante la decisión de Dios de enviar a su Hijo a este mundo: unos lo reciben otros lo rechazan.
La declaración comparativa presentada en los vv. 14, 15, así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre se refiere a que Jesús sería crucificado y allí moriría para dar vida eterna a todos los que creyeran en él.

La propuesta indica con toda claridad la universalidad del evangelio de Jesucristo.

Cristo vino para dar vida tanto a los judíos como a los no judíos. Tal vez Juan quiere resaltar esta verdad cuando al final de la narrativa declara su propósito en estos términos: “Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida (20:31). Es interesante notar que Juan afirma no sólo que Jesús es el Cristo, sino que también es el Hijo de Dios.

En estos versículos, entonces, la humanidad se divide en dos grupos: los que creen y los que no creen en el Hijo de Dios, los que reciben salvación y los que siguen bajo condenación, los que andan en tinieblas y los que se acercan a la luz, los que practican la mentira (hacen lo malo) y los que practican la verdad, los que desobedecen a Dios y los que le obedecen, los que están muertos y los que alcanzan la vida a través de Jesucristo.


¿CUÁL ES EL MENSAJE CENTRAL DE JUAN 3:16?


¿CUÁLES SON LAS VERDADES BÁSICAS QUE ÉL APÓSTOL JUAN QUIERE COMUNICAR?

Básicamente hay dos verdades básicas que el Apóstol comunicar a través de este texto.

En primer lugar, el texto presenta que Dios tuvo la iniciativa de acercarse a los seres humanos a través de su Hijo. El texto presenta a Jesús como el enviado de Dios para dar vida eterna a todos los que crean en él. Jesús es presentado como el Hijo unigénito de Dios a través del cuál se muestra cuánto ama Dios a los seres humanos (v. 16). También se presenta a Jesús como la luz que vino al mundo para dar vida a los que andan en tinieblas (v. 19 comp. 8:12). De acuerdo con el texto, es bien claro que el amor no es asunto de palabras, sino de hechos. ¡Y de hechos que implican sacrificio! Dios no solamente dice que ama a los seres humanos; él ha dado la más grande demostración de su amor al dar a su Hijo en sacrificio por los pecados de toda la humanidad. Dios ha tomado la iniciativa para salvarnos y en Jesucristo ha venido a nuestro encuentro.

En segundo lugar, el texto presenta la respuesta humana a la acción de Dios de enviar a su Hijo. Es claro que el texto presenta dos posibles respuestas de los seres humanos a la acción de Dios de dar a su Hijo unigénito para el perdón de nuestros pecados. En las dos respuestas posibles se identifican dos tipos de personas. Por un lado están los que creen en el Hijo de Dios. A estos se les describe como los que han alcanzado la vida eterna, andan en luz y no tienen temor de acercase a Dios. Por otro lado, están los que no creen en el Hijo de Dios. A estos se les describe como los que están bajo la condenación,


¿CÓMO SE DESARROLLAN ESTOS CONCEPTOS EN EL TEXTO LEÍDO?

Dios manifestó su amor al mundo mediante su hijo. Jesús es la muestra suprema del amor divino para el mundo. En su género Jesús es el hijo único de dios, por tanto, entregarle a favor de la caída humanidad fue un gran sacrificio. (Ro 8.3”:porque Dios hizo lo que era imposible para la ley, por cuanto ella débil en la carne: habiendo enviado a su propio hijo en semejanza de carne de pecado, condenó al pecado en la carne”; – 32 ”el que no eximio ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente también con él todas las cosas?” (Mt 3.17: “y he aquí, una voz de los cielos decía: este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia.” - 17.5: “mientras él aún hablaba, de pronto una luz brillante le hizo sombra, y he aquí salió una voz de la nube diciendo: este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia a él oíd.”

LOS PRINCIPIOS QUE SE DERIVAN DE JUAN 3:16? son Fe y Vida Eterna.
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Algunas veces pienso que resulta difícil creer que Jesús es Dios. Creo que no hay ni un solo cristiano que en alguna ocasión no haya sentido el impacto de todos los argumentos que le convierten solo en un hombre. Hay ocasiones en las que me cuesta trabajo comprender la intención completa de esas palabras y pensar en Jesús como Dios.
Pero si nosotros lo encontramos difícil ¿cuánto más no lo encontrarían sus discípulos? Ellos, de todos los hombres, serían los que posiblemente les costaría más trabajo creer que fuese Dios, porque vivían con él, veían su humanidad como ninguno de nosotros la hemos visto ni jamás la veremos. Debieron de enfrentarse repetidamente con un tema que les intrigaría y les preocuparía "¿quién es este hombre? Como ellos mismos dijeron: "¿Qué clase de hombre es este que sana a los enfermos, resucita a los muertos, y hasta los vientos y el mar le obedecen?
Con frecuencia me los he imaginado tumbados bajo las estrellas con nuestro Señor en una noche de verano junto al Mar de Galilea. Me imagino a Pedro o a Juan o incluso a uno de los otros despertándose en medio de la noche, apoyándose sobre un codo, y al contemplar al Señor Jesús, durmiendo junto a ellos, diciéndose a sí mismo: "¿Es esto verdad? ¿Es posible que este hombre sea el Dios eterno? ¿Cuál es el secreto de su ser, el misterio de su venida? No es de sorprender que se sintiesen intrigados por él y que hablasen continuamente entre ellos acerca del misterio de su ser.
Pero la evidencia de lo que veían y oían resultaba tan abrumadora y convincente que cuando llegaron al final de la historia, cuando Juan empezó a poner por escrito los recuerdos de aquellos días extraordinarios, comenzó declarando la deidad de Jesús: "El era el principio. Era el Verbo que estaba con Dios, que estaba en el principio con Dios y era Dios.
Ese es el tema de este Evangelio de Juan. En Mateo vemos al Señor como Rey, en Marcos le vemos como el siervo, siempre ocupado y sumido en una incesante actividad, en Lucas vemos la perfección de su humanidad, el hombre tal y como Dios pretendía que fuese. Pero ahora, en el Evangelio de Juan vemos cómo entra en el Lugar Santísimo y nos enteramos del secreto de su vida.

MI PROPÓSITO

Mi propósito es promover el nombre de Jesucristo como Soberano del universo. A través de éstas páginas pretendo entregar consejo y consuelo a los lectores, utilizando para aquello las enseñanzas biblícas.

Mi propósito es promover la fe en Jesucristo, cuya sangre derramada hace posible que la humanidad obtenga salvación y vida eterna.